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sábado, 26 de octubre de 2013

HISTORIAS DE MUCHO "MIEDITO" (II)

EL DIABLO MÁS VELOZ

Nota aclaratoria: este artículo es verdad sin mentiras y muy verdadero, no las paparruchadas que el dueño de este blog viene escribiendo desde hace más de 3 años.

¡Que tengan un lindo día de brujas! (ya se que es una festividad de origen imperialista... ¡pero es muy copada!

En el año de la fiebre
por descuido del señor
llegó el que no tiene tiempo
el diablo más veloz
arrastrando los pies…


                              Fanfarria del Cabrío
                              Patricio Rey y Los Redonditos de Ricota

Nuestro planeta, que año a año parece ir haciéndose más y más pequeño, continúa sorprendiéndonos con secretos que aun en la actualidad resultan imposibles de ser explicados por el pensamiento racional.

Ovnis y sus ocupantes extraterrestres. Apariciones fantasmales. Misteriosas desapariciones sin dejar rastro alguno. Cremaciones espontaneas. El monstruo del lago Ness, el Yeti, el Chupacabras y otras criaturas aparentemente extintas. Mitos urbanos que contienen ciertas verdades que resultan inquietantes. Extraños ritos en los que se hallan implicados la magia negra y el Vudú

Entidades diabólicas que parecen acecharnos desde las sombras de la noche.

Desde tiempos inmemoriales la figura de Satanás, Lucifer, Belcebú, Lilith, Azazel, Dagón y todas sus otras manifestaciones demoníacas han sabido formar parte del acerbo cultural y religioso de buena parte de la humanidad. Todos ellos se los suele representar acechando, desde sus oscuros aposentos, los devenires de la especie humana, esperando el momento oportuno para hacerse con nuestro cuerpo, nuestra sangre… nuestra alma inmortal.
-VISTA AEREA DEL CONDADO DE DEVONSHIRE-

A lo largo de la historia hubo numerosos, y poco esclarecidos, sucesos en los cuales la presencia de los demonios se transformaron un hecho incuestionable para los casuales testigos de ese increíble suceso.

Uno de los casos más sonados, y por ende poco esclarecidos por los eruditos que se encargan de rebatir las creencias populares, fue el acontecido en el condado de Devonshire (actualmente conocido como Devon) en 1855.

La noche del 7 de febrero de dicho año se caracterizó por la caída de una nevada muy copiosa que duró desde el anochecer hasta pasada la madrugada. A las 6 de la mañana del día siguiente, un panadero de la aldea de Topsham llamado Henry Pilk observó con cierta sorpresa la presencia de una serie de huellas en forma de herradura que se hallaban claramente marcadas en el terreno nevado. 
Si bien en un principio lo atribuyó a las pisadas de algún tipo de pony o caballo de poca talla, las inusuales características de las mismas le dieron a entender que no eran de ningún animal cuadrúpedo sino que  pertenecían a alguna criatura que caminaba en dos patas.

Una hora más tarde, los habitantes de toda la región que bordeaba la desembocadura del río Exe se sintieron consternados al descubrir que el mismo tipo de huellas se extendían desde Exmouth hasta Topsham y en todo el estuario del río, con una distancia de recorrido de aproximadamente 150 kilómetros… todo ello en apenas una noche.

Las huellas, en forma de herradura de unos 10 centímetros de largo por 7 centímetros de ancho, se alineaban una detrás de otra y nunca se desviaban ni regresaban sobre sus pasos, zigzagueando tan solo de derecha a izquierda. 


-ILUSTRACIÓN APARECIDA
EN THE ILLUSTRATED
LONDON NEWS (1855)-
Era como si el dueño de las mismas hubiera estado observando todas las casas del lugar.
Las marcas dejadas no eran solo impresiones en la blandura de la nieve, sino que esta había desaparecido totalmente, como si hubiera sido derretida dejando tan solo el suelo desnudo.

Pero el hecho más sorprendente, y que se encargaría de dejar de lado la posibilidad de alguna incomprensible broma, fue el hecho que las huellas atravesaban (literalmente) todo lo que se le ponía por delante. Sin desviarse en lo absoluto de su camino, atravesaba altas paredes y saltaba a los techos de las casas, graneros, inaccesibles canaletas e incluso sobre algunas carretas que habían permanecido a la intemperie durante toda la noche.

De manera inmediata, los aldeanos se dieron cuenta que dichas marchas no pertenecían a ningún animal conocido y por lo tanto realizaron batidas para dar con el autor de las mismas. Las pesquisas fueron inútiles y en las mentes de esa gente sencilla, la figura del maligno príncipe de los demonios comenzó a hacerse presente.

“Al parecer, la noche del jueves pasado, había una fuerte nevada en el área de Exeter y el sur de Devon. A la mañana siguiente los habitantes de las ciudades anteriores se sorprendieron al descubrir las huellas de un extraño y misterioso animal dotado del poder de la ubicuidad, ya que las huellas se veían en todo tipo de lugares- en lo alto de las casas y las paredes estrechas, en los jardines y patios, rodeados de altos muros, así como en campo abierto.”


Las noticias de este extraño evento llegaron a Londres el 16 de febrero, siendo publicadas en  The Times y The Illustrated London News, desencadenando acaloradas discusiones del lego y del común de la gente, a fin de tratar de resolver el misterio que rodeaba al cercano condado.

En muy poco tiempo, cazadores e investigadores arribaron al área para estudiar las huellas, que por ese entonces ya habían desaparecido, y de paso tratar de dar con la bestia misteriosa que las había producido. A pesar de que en los días sucesivos nevó copiosamente, las huellas jamás volvieron a hacer su aparición.

A pesar de ello, los habitantes de la zona continuaron evitando los senderos en donde habían hecho su aparición las misteriosas marcas, a los cuales llamaron “Senderos del Diablo”, y si estaban obligados a hacerlo iban fuertemente armados.

Por el contrario, los clérigos locales vieron con buenos ojos todo aquel revuelo, ya que consideraban que dichas huellas eran señales de la presencia del demonio, por lo que instaban a sus feligreses a obrar bien y no cometer pecados… so pena de que el Diablo de Devonshire se hiciera con sus almas.

Pero un religioso, que no era fácil de convencer que todo era obra de un demonio del Averno, elaboró una teoría al respecto. El reverendo G. M. Musgrave envió un dibujo de las huellas al Museo Británico, la Sociedad Zoológica y el Zoológico de Regent Park de Londres, para que las mismas fueran examinadas. Por otro lado, escribió una monografía, que fue publicada en The Illustrated London News, en la que explicaba que las huellas pertenecían a un canguro que probablemente se había escapado de un circo. 

Esta es una teoría que podría ser considerada como bastante tonta, si no fuera porque aun en nuestra actualidad muchos ingleses afirman que existen colonias ocultas de estos marsupiales dispersos en diversos sitios de las Islas Británicas (conocidos por los criptozoólogos como canguros fantasma).


-SIR RICHARD OWEN-
Otras muchas teorías fueron elucubradas para tratar de explicar de manera coherente este notable e inquietante hecho de características casi sobrenaturales. 

El emérito paleontólogo y naturalista Sir Richard Owen (1804-1892), creador de la palabra “dinosaurio” –una palabra a la cual este blog ama incondicionalmente- sostuvo la teoría de que se trataba de una familia de tejones, cuyas marcas de pisadas en la nieve se habían derretido hasta darle la forma con la cual fueron encontradas. Una linda teoría si no fuera por el hecho de que los habitantes del lugar conocían de sobra las marcas dejadas por ese tipo de animales.

Otras explicaciones incluyeron aves prehistóricas, aves actuales, ratas gigantes, conejos rengos (sic), osos, dromedarios, pingüinos, bisontes que se habían extinguido en la edad media e incluso un episodio de histeria colectiva.

Poco a poco, debido a que el incidente no volvió a repetirse, la historia de las Marcas del Diablo de Devonshire fue cayendo en el olvido. En 1950, el tema volvió a salir a la luz después de la aparición de un artículo en los Anales de la Asociación de Devonshire, en donde se pedía más información al respecto. 

Gracias a ello, se descubrieron una serie de documentos pertenecientes al reverendo H. T. Ellacombe, que en 1850 era vicario de Clyst St. George, compuesto por cartas, artículos y algunos trazados de las huellas (lamentablemente por esos tiempos nadie podía sacar “fotis”). 

Todo este material fue recopilado por Mike Dash en el libro The Devil´s Hoofmarks: Source Material on the Great Devon Mystery of 1855, que fue publicado en 1994.

¿Una broma retorcida e ingeniosamente elaborada? 

¿Algún animal no identificado?

¿Viejas supersticiones alimentadas por mitos arcanos?

¿El mismísimo señor de los avernos?

A más de 150 años del acontecimiento, las misteriosas Huellas del Diablo de Devonshire aun permanecen envueltas en el mayor de los misterios.

Misterios que quizá nunca deberían ser develados.

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